sábado, 3 de febrero de 2018

Falcón: entre el desierto y mar

Falcón: entre el desierto y mar

En Venezuela las condiciones de buceo son excelentes. Más de 4.000 kilómetros de litoral invitan a un escenario apto para verte envuelto dentro de este mundo fascinante.
Caracas.-  Vivir la inolvidable experiencia de conocer las maravillas del fondo del mar, es una de las aventuras que debe descubrir en el Parque Nacional Morrocoy; un lugar perfecto para la práctica del submarinismo. Es una opción que permite estar en contacto con la exuberante fauna y flora que vive bajo estas azules aguas del Mar Caribe.
En la costa más oriental del estado Falcón, entre las zonas de Chichiriviche y Tucacas se encuentra este destino de sol y playa que posee 320 metros cuadrados de superficie. El Parque Nacional Morrocoy está formado por atractivos cayos y bahías de aguas cristalinas y profundas, que lo hace único para el visitante nacional e internacional.
En un trabajo especial emitido por el Ministerio del Turismo recomiendan a los amantes del submarinismo, los cayos Sur, Medio y Norte, que poseen profundidades entre los 16 y 22 metros los cuales permiten sumergirse y apreciar el mundo marino. El cayo Norte, se diferencia del resto, porque se puede visitar en horario nocturno. Un lugar para apreciar un fondo coralino y arenoso, y unas hermosas estatuas en forma de Virgen, Cristo, un Símil del Titanic, un Jardín y una Plaza submarina.
Bucear se podría definir como el gran desafío de encontrarte con lo desconocido, contemplar con atención y curiosidad una forma de vida distinta, además de quedar inmerso en un estado de paz y tranquilidad. Se asombrará con la variedad de peces existentes, como: pargo, mero y  flauta, además de caballitos de mar, tortugas, y otros.
En Venezuela las condiciones de buceo son excelentes. Más de 4.000 kilómetros de litoral, y cientos de playa con aguas cristalinas, invitan a  un  escenario apto para verte envuelto dentro de este mundo fascinante.
En la travesía por el PN Morrocoy, infinitas son las opciones para aprovechar este destino de sol y la playa. Los cayos: Paiclas, Mero, Playuela, Playuelita, Tucupido, Boca Grande, Boca Seca, Los Juanes, Pescadores, Sombrero y Bajo Grande, ofrecen amplios y acogedores espacios naturales idóneos para disfrutar en familia. Estas zonas son resguardas por organismos ambientales que contribuyen a la preservación y conservación de su hábitat.
Entre la playa y la fina arena  
Para los que disfrutan el contacto con la naturaleza en tierra firme, Falcón es uno de los estados que posee el concepto de multidestino. Cuenta también con el Parque Nacional Los Médanos de Coro. Un paisaje desértico único, donde se puede palpar la blanca y fina arena que atrae a propios y visitantes.
Declarado Parque Nacional el 06 de febrero de 1974. Sus 91.280 hectáreas están distribuidas en: 42.160 de tierras continentales y más de 49.120 de superficies marinas, con una temperatura que oscila entre los 27º  y los 30º. Las montañas de arena que se observa en los médanos se llaman dunas, que llegan a formar montículos de hasta 40 metros de alto.
Este inmenso desierto, se halla en la prolongación que une la Península de Paraguaná. De un lado, la capital del estado, Coro; del otro, Punto Fijo, el Cabo San Román y las playas largas Adícora y El Zupí.
Los Médanos de Coro pueden ser visitados por cualquiera de sus límites, pero es recomendable quedarse a un lado de la carretera que va hacia Punto Fijo. Sus arenas, suaves y secas, que no se adhieren al cuerpo, invitan a correr, jugar, y lanzarse por sus cuestas.
 Ciudad de Coro patrimonio de la Humanidad
La capital del estado Falcón, Santa Ana de Coro también conocida como Ciudad Raíz de Venezuela, por considerarla el centro para iniciar nuevas expediciones para formar nuevos pueblos, celebró este 26 de julio sus 490 años de fundada. Este es otro de los destinos que regala la entidad para regocijarte de mucha historia, cultura, arquitectura, y es entrada al disfrute de las mejores playas de Venezuela.
Santa Ana de Coro guarda en cada calle el lujo de una época que dejó huella en la memoria falconiana. Posee el primer patrimonio mundial del país por su conservada arquitectura colonial y la técnica de construcción con barro, aunada al Puerto de la Vela. Juntos fueron declarados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1993.
Las calles de piedras del Casco Histórico te conducen a admirar las coloridas y detalladas arquitectura de casas coloniales que tiene grandes ventanales, el mejor estilo de los siglos XVIII y XIX. Esta es una zona con mayor atractivo turístico alberga grandes cantidades de museos y templos de la época pasada.
Iglesia de San Francisco, Cruz de San Clemente, Arco de la Federación, iglesia de San Clemente, Don Rodrigo de Bastidas –primer obispo de Coro y Venezuela en 1531-, Museo Diocesano, Casa de las Ventanas de Hierros, son algunos de los sitios que no se puede dejar de visitar cuando visiten la Ciudad de Coro.
Atawa Shihi de Alfredo Ramírez
En la avenida Francisco Fajardo frente al Coliseo de Petare se exhibe una escultura denominada Atawa Shihi. Una obra monumental elaborada por Alfredo Ramírez que consta de una gran estructura helicoidal, vertical, a la que se le conoce como gran árbol en lengua yanomami. Esta pieza mide 30mts. de altura,  construida con tubulares de hierro negro estructural.
Esta escultura se suma a la muestra de piezas artísticas que embellecen la autopista Francisco Fajardo y forma parte del proyecto Viarte que puso en marcha el Gobierno Bolivariano. Este plan tiene como objetivo convertir las calles y avenidas en museos abiertos y permanentes.
Alfredo Ramírez, quien nació en Caracas (21 de diciembre de 1957), realizó estudios en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, y asistió al taller del pintor Ángel Foong (1975-1980). En 1980 viaja a Italia, cursa pintura en la Academia de Bellas Artes de Brera (Milán), hasta 1981, y en la Academia de Bellas Artes de Venecia, y litografía, grabado y serigrafía en el Instituto Internacional de la Gráfica en Venecia (1982-1985). De regreso en Venezuela se instala en Mérida.
Sus piezas se caracterizan por reflejar vida propia, como el motor central que rige: el parasimpático, respecto al consciente. En cada una de sus obras Ramírez separa el cuerpo, como un animal primitivo en vuelo libre. Obtuvo el premio de dibujo, XX Aniversario de la Revolución Cubana, IVCA (1978), la mención en dibujo de la Galería Art Mondial, Milán (1980) y el Gran premio, V Bienal de Guayana (1997).

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